viernes, 28 de noviembre de 2008

UNA BOCA EFIMERA


Por Jorge Cuadrado

No me asomo igual que todo el mundo, ¿ves? Tengo el miedo, la desconfianza y la angustia impresos en mis ojos, estampados en mi boca. Porque de eso se trata mi boca, ¿ves?, de que algún sabor se quede pegado y permanezca ahí conmigo, como si fuera a quedarse siempre, como si fuera lo único que no voy a perder.

¿Retrataste eso?, ¿van a saber todos de qué me escondo o pasarán frente a mí, dirán dos cosas tristes y seguirán de largo?

De vez en cuando viene alguien así, y dice que va a venir más seguido y promete que las cosas no van a ser siempre iguales. Algunos hasta se animan y pasan la mano por mi cabeza y no pueden entender por qué me asusta el movimiento, si es sólo una caricia, dicen. Y después, con gestos de ternura pasajera, sacan un pañuelo, lo mojan, y apuntan a mi boca, y entonces sí tengo terror a que me quiten esa sensación cálida que ellos llaman sucia y a mí me sirve para recordar o pensar en un sueño.

¿Dónde estoy ahora, justo en el momento en que vas a dejar de mirarme o de leer, en que voy a convertirme en otro rostro entre tantos? Así de fugaz es mi vida, ¿ves?, un paisaje desde la ventanilla de un tren, una nueva imagen condenada al olvido.

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